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La mayoría de los cristianos han oído alguna vez el dicho "la ignorancia no es excusa". Este adagio se ha utilizado para justificar todo tipo de cosas, incluido el robo, el asesinato e incluso el genocidio. Recientemente me he topado con un nuevo giro de este viejo dicho: "la ignorancia es una excusa". Dice así: "No sabía que lo que hacía estaba mal porque no hay nada en la Biblia que diga que está mal".
Veamos si podemos rastrear este nuevo argumento hasta su origen, exponer algunas suposiciones falsas por el camino y luego señalar lo completamente tonto que es en realidad.
Entonces, ¿cómo saber si algo es pecado? La Biblia nos da la respuesta: "Por tanto, ya que por la misericordia de Dios hemos nacido de nuevo, no debemos seguir pecando para que la gracia aumente" (Romanos 6:1). Para ser salvo, debes creer en Jesucristo como tu Señor y Salvador. No hay otro camino para la salvación porque "todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios".
Decir que una persona no sabe lo que está bien o mal es excusarla de cualquier responsabilidad por sus acciones. Es como decir que un criminal no es responsable de su crimen porque no sabía que estaba mal. Si alguien no entiende lo que hace pero lo hace de todos modos, entonces puede haber consecuencias. Cuando eliges hacer algo malo o pecaminoso, siempre hay consecuencias para esas acciones, al igual que hay consecuencias si elijo conducir mi coche por una carretera sin saber a dónde voy, ¡podría atropellar a otro conductor!
Si un hombre roba una oveja, debe devolver otras cinco. Si ha dañado a otra persona de alguna manera, es responsable de pagarle una restitución. Si es culpable de inmoralidad sexual y peca contra su propio cuerpo (1 Corintios 6:18), ¿por qué no lo confiesa? Podemos haber olvidado o reprimido ciertas cosas, pero no podemos negar nuestra culpa por lo que ha sucedido en el pasado. La Biblia dice que la ignorancia no es excusa (Romanos 1:20).
La ignorancia es una condición, no una excusa. Eres responsable de tus actos y eres responsable de conocer la verdad. Si no sabes lo que es correcto, pregunta a alguien que lo sepa o averígualo por ti mismo. Si otros, o incluso tú mismo, te han mentido o engañado, busca la verdad y síguela (Prov. 2:1-11).
Lo primero que hay que tener en cuenta es que eres responsable de tus actos. Eres responsable de lo que sabes y, en algunos casos, de lo que no sabes o incluso crees que está mal. Por ejemplo:
Si enciendes la televisión y ves un programa que promueve la homosexualidad, entonces está mal por tu conocimiento de sus malos efectos en la sociedad.
Si un ateo que cree en la evolución dice a sus hijos que Dios no existe (una creencia que le han enseñado), entonces les está enseñando algo que podría ser peligroso más adelante en la vida cuando crezcan y se den cuenta de su error.
La Biblia dice que el corazón es engañoso sobre todas las cosas. La Biblia dice que somos juzgados por nuestras intenciones, no por nuestras acciones. La Biblia dice que Dios ve el corazón y nos juzgará según nuestras intenciones. Si hiciste algo bueno con malas intenciones, entonces Dios te juzgara basado en tu intencion y no en tu accion porque El sabe lo que hay en tu corazon.
Si realmente crees esto, ¿por qué alguien pensaría lo contrario? Y si no crees esto entonces ¿cómo puedes saber con seguridad lo que significa el pecado?
La Biblia no es un libro de reglas. La Biblia no es un conjunto de normas para vivir, sino una guía para la vida. ¿Qué significa esto? Significa que la Biblia debe utilizarse como fuente de sabiduría e inspiración, como fuente de consuelo y esperanza. La Biblia contiene muchos ejemplos de cómo debemos vivir nuestras vidas para glorificar a Dios y mostrarle el respeto que se merece. Podemos aprender mucho de estos ejemplos, pero debemos recordar que no son más que ejemplos; no deben seguirse al pie de la letra sin excepción, pues de lo contrario fracasaremos estrepitosamente en nuestro intento de vivir de acuerdo con la voluntad de Dios.
También debemos tener en cuenta que no hay una sola manera de interpretar las Escrituras porque cada persona tiene sus propios prejuicios que afectarán la forma en que ven ciertos pasajes (2 Timoteo 3:16-17). Por ejemplo, si usted creció en un ambiente donde las mujeres eran maltratadas, entonces es probable que al leer acerca de las mujeres que están en silencio durante los servicios de la iglesia o ser sumisas hacia sus maridos que podría frotar en contra de su grano, porque usted sabe de primera mano lo que esas palabras significan en situaciones de la vida real como la mía eran como crecer mujer durante esos tiempos, especialmente creciendo mujer americana negro (que era aún peor). Además de todo esto, algunas personas sólo leen las Escrituras desde su propia perspectiva en lugar de hacerlo desde el contexto bíblico, así que cuando interpretes las Escrituras, así como otras obras literarias como novelas, cuentos, poemas, etc., ¡recuerda siempre que puede haber múltiples interpretaciones posibles!"
La carga de la prueba recae en el objetor. El objetor debe demostrar que se ha visto perjudicado por las acciones del demandado o, si no se ha visto perjudicado personalmente, debe demostrar que es probable que se produzca un perjuicio en el futuro. No es necesario que el demandante pruebe su caso; basta con que existan pruebas suficientes que lo respalden. Dicho de otro modo: La persona que presenta una objeción debe aportar pruebas claras y convincentes del perjuicio para que su objeción prospere, mientras que un demandante no necesita hacerlo para que su denuncia sea oída por un juez o un jurado.
La Biblia dice claramente que no hay excusas válidas para el pecado. Si haces algo que Dios llama pecado, aunque pienses que es bueno o que no es pecado, sigue siendo pecado. Debes arrepentirte y apartarte de tus pecados inmediatamente para reconciliarte con Dios.
La Biblia es clara sobre el hecho de que el pecado es un asunto serio. No debe tomarse a la ligera y no importa lo mucho que creas que tus intenciones eran buenas o lo ignorante que fueras de las consecuencias de tus actos. Si Dios dice que algo está mal, debemos tomarle la palabra y tratar nuestro pecado en consecuencia.
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