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La teoría darwiniana de la evolución sostiene que todas las formas de vida surgieron mediante procesos naturales, mientras que la explicación teológica afirma que Dios es el responsable de la creación. La primera sugiere que los humanos evolucionamos a partir de los simios, mientras que la segunda propone que fuimos creados por Dios a partir de otros animales. Las dos teorías difieren en sus puntos de vista, pero hay formas en que se complementan.
La explicación teológica del papel de Dios en la creación se complementa con la teoría darwiniana de la evolución. A menudo se considera que ambas teorías se oponen, pero en realidad sólo difieren en su visión de cómo se originó y evolucionó la vida en la Tierra, no sobre si lo hizo o no. Ambas teorías coinciden en que la vida surgió a partir de la no-vida, y ambas coinciden en que la selección natural fue un factor en cómo las especies llegaron a ser como las vemos hoy.
Ambas teorías se consideran explicaciones válidas de lo que ocurrió; sin embargo, estas dos perspectivas diferentes ilustran nuestra necesidad de múltiples explicaciones para cualquier problema complicado como éste. No tenemos por qué elegir entre ellas, sino que debemos aceptar ambas como formas igualmente valiosas de entender cómo funcionan las cosas.
La teoría de la evolución explica la diversidad de especies surgidas de un antepasado común, mientras que la explicación teológica afirma que Dios creó cada tipo de animal. La teoría darwiniana es una teoría científica. En cambio, la explicación teológica es una explicación teológica que afirma que Dios creó cada tipo de animal.
La teoría evolutiva afirma que la selección natural impulsa a los organismos a adaptarse, mientras que la explicación teológica afirma que Dios diseñó directamente ciertas características.
La adaptación no es lo mismo que la selección natural, aunque van de la mano: la adaptación es una respuesta inmediata a un cambio en el entorno; la selección natural tiene lugar a lo largo del tiempo. Un ejemplo clásico de esta distinción sería el camuflaje: el camuflaje permite a un animal o a una planta esconderse de sus depredadores o presas (en otras palabras, les permite vivir más tiempo/crecer más rápido), mientras que la coloración del pelaje y la forma del cuerpo son sólo ejemplos de adaptaciones (no son instintivas).
La teoría evolutiva afirma que las criaturas evolucionan lentamente hasta convertirse en especies diferentes, mientras que la explicación teológica afirma que las especies se crearon totalmente formadas. La explicación teológica es una teoría, y como tal debe ser falsable. Esto significa que debería ser comprobable: si hubiera pruebas que la contradijeran, se podría demostrar que la teoría es falsa y rechazarla. Sin embargo, no existen tales pruebas, por lo que no es falsable. No se puede probar porque cualquier intento de hacerlo sólo reafirmaría lo que ya se sabe: ¡que Dios creó todo completamente formado!
Las explicaciones teológicas ni siquiera son comprobables en principio porque no son experimentos repetibles. No hay nada que se pueda hacer para probar si Dios creó todo completamente formado, aparte de observar el mundo que nos rodea hoy en día y ver cómo están diseñadas las cosas (que es exactamente lo que hacemos cuando observamos la biología evolutiva).
La explicación teológica afirma que los humanos fueron creados por Dios a partir de otros animales. La teoría darwiniana propone que los humanos descienden de los simios. La explicación teológica es un complemento de la teoría darwiniana, ya que delinea el origen del hombre mediante la creación divina:
La teoría evolucionista propone que los animales evolucionan lentamente hacia diferentes especies, pero no hay ejemplos de que esto ocurra en la naturaleza. Por otro lado, la explicación teológica afirma que Dios diseñó ciertas características, como el ojo humano, que no es un ejemplo de evolución. La explicación teológica afirma que las especies fueron creadas completamente formadas, y afirma que los seres humanos fueron creados por Dios después de que lo fueran los demás animales.
Por último, la explicación teológica no es una teoría competidora. No proponen explicaciones distintas para el mismo fenómeno. Más bien intentan explicar fenómenos distintos y se basan en conjuntos de pruebas diferentes. Las explicaciones teológicas tampoco sustituyen a las darwinianas, sino que ofrecen explicaciones complementarias de los orígenes humanos, en lugar de que una sea más correcta que la otra.
Por último, hay que señalar que, aunque las explicaciones teológicas complementan a las darwinianas en algunos casos (como se ha mencionado anteriormente), también hay casos en los que entran en conflicto con ellas (por ejemplo, cuando explican por qué los seres humanos tienen capacidad de razonamiento moral). Esto no significa que no podamos aceptar ambos tipos de explicación o incluso imaginar formas en las que una podría informar a la otra; sin embargo, sí significa que esta relación es compleja y no puede reducirse fácilmente a términos simples como "complementaria" o "competitiva" (Kauffman 1998).
En conclusión, tanto la teoría darwiniana como la explicación teológica son correctas a su manera. El proceso evolutivo puede remontarse a un antepasado común y ha aportado numerosas pruebas de cambios en las especies. Sin embargo, esto no significa que Dios no desempeñara un papel en la creación de la vida en la Tierra: ¡lo hizo!
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