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Francis Bacon fue un escritor y filósofo que vivió en el siglo XVI. Ha sido objeto de muchas teorías conspirativas, pero una que podría ser cierta es que también fue el autor de las obras de William Shakespeare. Esta teoría existe desde la muerte de Bacon en 1626; sin embargo, no fue hasta 1989 cuando investigadores del University College de Londres realizaron una prueba estilométrica -un análisis estadístico de patrones lingüísticos- que demostró de forma concluyente que Bacon era Shakespeare.
Hay varios argumentos que apoyan la teoría de que Francis Bacon fue el verdadero autor de las obras de Shakespeare.
Es una cuestión que se debate desde hace siglos: ¿quién fue el verdadero autor de las obras de Shakespeare? Algunos creen que fue Francis Bacon, mientras que otros piensan que fue el propio William Shakespeare.
Lo primero que hay que hacer es ver cuántas palabras hay en la obra de cada dramaturgo. Según esta tabla del Online Etymology Dictionary, Bacon escribió aproximadamente un 20% más que Shakespeare a lo largo de su vida (unos 15 millones frente a 12 millones). Sin embargo, esto no significa necesariamente que él mismo escribiera todas esas palabras de más, ¡podrían haber sido sus secretarios o incluso otras personas que le ayudaron a montar sus obras!
La prueba de estilometría es una forma de demostrar que dos escritos han sido escritos por la misma persona. La idea básica que subyace a esta prueba es que cada escritor tiene un estilo único, que puede apreciarse en ciertos patrones y repeticiones dentro de su obra. Esto significa que si se toman dos obras de autores diferentes y se comparan, se puede determinar si fueron escritas por la misma persona o no.
La primera vez que se utilizó este método fue en 1856, cuando la autoría de Sir Francis Bacon de las obras de Shakespeare fue planteada por James Spedding como parte de su investigación sobre lo que hoy conocemos como La Cuestión Bacon-Shakespeare (BSQ). Para apoyar sus afirmaciones sobre la BSQ, Spedding incluyó un análisis de los escritos de Shakespeare junto a los de Bacon; sin embargo, no aportó ningún dato estadístico del que se pudieran extraer conclusiones sobre si existían similitudes entre sus estilos.
En la época isabelina, los actores no eran considerados miembros respetables de la sociedad. El teatro se consideraba una profesión de clase baja y la mayoría de las personas relacionadas con él eran vistas como pícaros y vagabundos. Por ejemplo, el padre de William Shakespeare era un guantero analfabeto que había sido condenado por cazar ciervos furtivamente en tierras reales; al morir se vio obligado a vender su tienda porque no le quedaba dinero suficiente para que su mujer pudiera mantenerla. Así pues, si Bacon quería que se le tomara en serio como autor o filósofo -y así era-, escribir obras de teatro no le habría ayudado en absoluto a alcanzar ese objetivo.
Por lo que sabemos hoy, Francis Bacon nunca declaró públicamente si escribió o no alguna obra teatral bajo otro nombre (aunque algunas personas creen que algunas de las obras atribuidas única o parcialmente a Shakespeare pueden haber sido escritas en realidad por Bacon). Sin embargo, si consideramos todos estos hechos en conjunto, tal vez nos proporcionen pruebas suficientes para que podamos llegar a nuestras propias conclusiones sobre lo que realmente ocurrió durante esos años entre 1589 y 1614...
Bacon fue abogado, filósofo y científico. Nació en 1561 y murió en 1626 a la edad de 65 años. Durante su vida, Bacon fue diputado por Ipswich, Lord Canciller y Vizconde de St Albans.
La vida y obra de Bacon están bien documentadas; dejó innumerables cartas escritas por él o dirigidas a él por otras personas, que se han reunido en The Letters of Sir Francis Bacon (ed., James Spedding et al., 1860-1901).
Bacon no sólo fue el autor de las obras de Shakespeare, sino también un hombre de muchos talentos. Abogado y político, fue Procurador General y Lord Canciller bajo el reinado de Jaime I. Su producción literaria fue inmensa, con numerosos ensayos, novelas e historias que aún hoy se leen con frecuencia.
Publicó su primera obra a los 22 años, Historia de Enrique VII, que suele citarse como uno de los primeros ejemplos de escritura histórica moderna en la literatura inglesa. Le siguieron varios libros más antes de morir a los 65 años de neumonía tras contraer la varicela en un viaje al extranjero (probablemente como parte de una misión de espionaje).
En conclusión, es difícil creer que William Shakespeare no fuera Francis Bacon. Las pruebas son abrumadoras y parece claro que quería ser conocido como el autor de sus obras. De hecho, hay muchas razones por las que Bacon habría querido ocultar esta identidad al público. Por un lado, protegería su reputación como político y erudito que trabajaba para la reina Isabel I (que también financiaba sus proyectos de investigación). También es posible que le preocupara perder dinero si la gente se enteraba de que estaba leyendo obras escritas por otra persona. No obstante, si aún no está seguro de que estos dos hombres pudieran ser la misma persona, pruebe a leer alguna de sus obras antes de elaborar otra teoría.
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