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La historia detrás del término "delito de cuello blanco"

Blog CCI
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Introducción 

La delincuencia de cuello blanco hace referencia a delitos no violentos cometidos por profesionales de los negocios y funcionarios públicos para obtener beneficios económicos. A diferencia de la delincuencia callejera, los delitos de cuello blanco son cometidos por personas de alto estatus social que explotan sus posiciones de poder y privilegio. Aunque los delincuentes de cuello blanco no cometen actos violentos, el impacto de sus delitos puede ser enorme, con pérdidas de millones o incluso miles de millones de dólares. Dada la compleja naturaleza de los delitos de cuello blanco y sus consecuencias de largo alcance, es importante entender dónde se originó el término y cómo ha evolucionado su significado con el tiempo. Remontarse a las raíces de la "delincuencia de cuello blanco" permite comprender cómo la sociedad se ha enfrentado durante mucho tiempo al comportamiento poco ético de las clases altas.

Acuñación del término 

El término "delito de guante blanco" fue acuñado por el sociólogo estadounidense Edwin Sutherland en 1939. Sutherland introdujo el concepto durante su discurso presidencial ante la Sociedad Sociológica Americana. 

En aquel momento, no existía una conceptualización ni un vocabulario claros para describir los delitos cometidos por personas respetables de las clases socioeconómicas altas. El discurso de Sutherland llamó la atención sobre la tendencia de los criminólogos a centrarse únicamente en los delitos cometidos por individuos de clase baja. 

Sutherland definió la delincuencia de cuello blanco como "los delitos cometidos por una persona respetable y de alto estatus social en el ejercicio de su profesión". Esta definición distinguía a los delincuentes de guante blanco de los delincuentes callejeros, que suelen proceder de entornos socioeconómicos más bajos.

Al acuñar este nuevo término, Sutherland puso de relieve que las personas y empresas de clase alta eran capaces de comportamientos poco éticos e ilegales que pasaban desapercibidos y quedaban impunes. Su teoría cuestionaba la suposición de que los ricos y privilegiados eran menos propensos a delinquir.

Definición

El término "delito de cuello blanco" fue acuñado por el criminólogo estadounidense Edwin Sutherland en 1939 durante su discurso presidencial ante la Sociedad Sociológica Americana. Sutherland definió la delincuencia de cuello blanco como "un delito cometido por una persona respetable y de alto estatus social en el ejercicio de su profesión."

Sutherland subrayó que la delincuencia de cuello blanco es distinta de las nociones tradicionales de crimen y delincuencia. Se refiere específicamente a actos ilegales cometidos por personas de alto estatus en el desempeño de sus funciones profesionales. Estos delitos suelen ser más difíciles de detectar y perseguir que los delitos callejeros más visibles.

Según la definición de Sutherland, los delitos de cuello blanco son cometidos por personas que suelen ocupar puestos de confianza y autoridad. Abusan de sus funciones profesionales para obtener beneficios personales o empresariales. Algunos ejemplos comunes son el fraude, el soborno, el uso de información privilegiada, la malversación y la falsificación. El término se centra en el estatus del autor más que en el acto delictivo en sí.

El concepto de delincuencia de guante blanco de Sutherland puso de relieve que los delitos no son cometidos únicamente por individuos marginados o empobrecidos. Los miembros respetables y poderosos de la sociedad también son capaces de cometer actos ilegales y poco éticos cuando tienen la oportunidad. Su definición llamó la atención sobre la prevalencia de la delincuencia de guante blanco en la sociedad moderna.

Ejemplos tempranos notables

En su investigación, Sutherland destacó algunos ejemplos tempranos de delitos de cuello blanco que encajaban en su definición de delitos cometidos por personas de alto estatus y preeminencia social en el desempeño de sus ocupaciones:

- El crack bursátil de 1929, que desembocó en la Gran Depresión, fue provocado por la manipulación poco ética e ilegal de los precios de las acciones por parte de financieros y agentes de bolsa.  

- En la década de 1920, grandes empresas como General Motors fueron declaradas culpables de infracciones penales de las leyes antimonopolio mediante planes de fijación de precios y asignación de mercados.

- Los escándalos contables de Enron y WorldCom a principios de la década de 2000 implicaron a ejecutivos de empresas que falsificaron estados financieros mediante prácticas contables fraudulentas. 

- Los barones del robo del siglo XIX, como Cornelius Vanderbilt, John D. Rockefeller y Andrew Carnegie, eran conocidos por utilizar prácticas empresariales monopolísticas y contrarias a la competencia para amasar enormes fortunas.

- En la crisis de las cajas de ahorros y los préstamos de los años 80 a 90, los ejecutivos de las cajas de ahorros robaron miles de millones de dólares en lo que supuso un saqueo institucionalizado y generalizado.

Estos casos de gran repercusión respaldaron la opinión de Sutherland de que los delitos de cuello blanco no eran una anomalía, sino un problema sistémico entre las clases empresariales y profesionales. Los delitos ponían de relieve el abuso de poder y estatus para beneficio personal o empresarial.

Clase y privilegio  

La expresión "delitos de guante blanco" ponía de relieve que los miembros de las clases altas eran capaces de cometer delitos, a pesar de que la criminalidad se había asociado a menudo más con las clases bajas. 

Sutherland acuñó el término en parte para llamar la atención sobre el hecho de que las personas de alto estatus estaban cometiendo delitos graves, a pesar de que tenían ventajas y privilegios que no se concedían a las clases pobres o trabajadoras. Mucha gente de la época creía que las personas con poder, educación y dinero estaban por encima de la delincuencia, por lo que la etiqueta de Sutherland se enfrentaba directamente a esa noción.

Hasta que Sutherland introdujo el concepto de delincuencia de guante blanco, la mayoría de los esfuerzos de la justicia penal se habían centrado en la delincuencia callejera cometida por poblaciones desfavorecidas. Sutherland sostenía que los delitos cometidos por las élites merecían la misma atención y la misma condena moral por parte de la sociedad y del sistema judicial. Su terminología sugería que las clases altas no eran inmunes a los comportamientos poco éticos, a pesar de sus privilegios.

La propia expresión "de guante blanco" evocaba imágenes de respetables hombres de negocios con trajes planchados y corbatas. Al asociarla a la palabra "delito", Sutherland puso de relieve la hipocresía de las clases altas frente a las clases bajas y trabajadoras. Su concepto puso de manifiesto que el poder y los privilegios no convierten a nadie en alguien intrínsecamente moral o respetuoso con la ley. Sutherland instó a la sociedad a reconocer que los comportamientos poco éticos, como el fraude, la fijación de precios y las infracciones normativas, podían ser tan graves y perjudiciales para el tejido social como los tipos de delitos más tradicionales.

Críticas

El término "delito de cuello blanco" ha sido criticado por algunos por ser demasiado amplio o estar mal definido. Algunos debates clave incluyen:

- Prejuicio de clase: Algunos argumentan que el término estigmatiza injustamente a los ricos y se centra demasiado en la clase social del delincuente en lugar del delito en sí. Afirman que todos los delitos deberían tratarse por igual, independientemente de la procedencia del autor. 

- Incoherencia: La definición ha variado con el tiempo y entre las distintas jurisdicciones jurídicas. Esto hace que el término sea vago y se aplique de forma incoherente en la práctica. Por ejemplo, ciertos delitos financieros, corporativos o políticos pueden o no estar incluidos dependiendo de la definición utilizada.

- Excesivamente simplista: Algunos consideran que la clasificación binaria de delitos de cuello blanco y de cuello azul es una simplificación excesiva. Puede que no refleje adecuadamente toda la complejidad de las motivaciones socioeconómicas que subyacen a los delitos.

- Ambigüedad normativa: Algunas de las actividades tipificadas como delitos de cuello blanco se sitúan en una zona gris entre las prácticas poco éticas y la ilegalidad. A medida que la normativa cambia con el tiempo, la línea entre las demandas civiles y los casos penales puede difuminarse.

- Centrarse en los individuos: Los críticos argumentan que el término hace demasiado hincapié en los individuos en lugar de en los factores sistémicos que pueden permitir o incluso fomentar la delincuencia de cuello blanco. Abogan por centrarse más en la reforma de los sistemas, las instituciones y la cultura empresarial.

- Victimismo: Existen debates en torno a la victimización de los delitos de cuello blanco. Algunos argumentan que la naturaleza difusa de las víctimas lo diferencia de los delitos estereotipados, mientras que otros sostienen que los delitos de cuello blanco sí producen víctimas identificables.

Las críticas y los debates en torno al término "delitos de cuello blanco" reflejan desacuerdos más amplios sobre cómo deben definirse, estudiarse y abordarse en la sociedad los distintos tipos de delitos. El vocabulario que utilizamos para hablar de estos temas determina inevitablemente nuestra comprensión de los mismos.

Evolución

A lo largo de las décadas, la definición de delito de cuello blanco se ha ampliado más allá de la conceptualización original de Sutherland. En 1949, Sutherland definió el delito de cuello blanco como "un delito cometido por una persona respetable y de alto estatus social en el ejercicio de su profesión". Esta definición se centraba en los delitos profesionales cometidos por individuos de alto estatus. 

Sin embargo, criminólogos y sociólogos han ido ampliando su alcance con el paso del tiempo. En las décadas de 1950 y 1960, el enfoque se amplió más allá de la delincuencia profesional a la delincuencia corporativa. Los investigadores examinaron cómo las empresas, en tanto que entidades, podían cometer delitos, y no sólo los individuos en determinadas ocupaciones. En los años 70 y 80, la definición se amplió de nuevo para incluir a las autoridades estatales, las organizaciones y los políticos que abusan de sus posiciones de poder y confianza.

Más recientemente, muchos criminólogos sostienen que la definición debería ampliarse aún más, más allá de la clase alta. Abogan por utilizar los términos "delito laboral" o "desviación de élite" en lugar de "delito de guante blanco" para incluir más los delitos cometidos en el contexto de la propia ocupación, independientemente de la clase o el estatus. Por ejemplo, esta definición ampliada podría incluir a los profesionales de la medicina o a los agentes de policía que abusan de su autoridad.

En general, el concepto de delito de cuello blanco se ha ampliado mucho en las décadas transcurridas desde que Sutherland acuñó el término. De un enfoque limitado a la delincuencia profesional de clase alta, la definición ha pasado a abarcar la delincuencia empresarial, el abuso de poder y la desviación profesional entre clases. En la actualidad, los criminólogos siguen debatiendo los límites y el alcance adecuados del concepto.

Categorías

La delincuencia de cuello blanco es un término amplio que abarca muchos tipos diferentes de delitos no violentos con motivación financiera cometidos por empresas y profesionales de la administración pública. Aunque las definiciones varían, los delitos de cuello blanco hoy en día generalmente se dividen en unas pocas categorías principales:

- Delitos corporativos - Actos ilegales llevados a cabo por una corporación o empleados que actúan en nombre de una corporación. Algunos ejemplos son el fraude de valores, el uso de información privilegiada, el soborno, la malversación, el blanqueo de dinero, la evasión fiscal y la falsificación de registros financieros.

- Fraude bursátil - Engañar a los inversores manipulando la información financiera, declarando indebidamente los beneficios, utilizando información privilegiada u otras infracciones de las leyes y reglamentos sobre valores. 

- Ciberdelincuencia - Actividad delictiva realizada a través de ordenadores e Internet, como la piratería informática, el robo de identidad, las estafas y el fraude. Los correos electrónicos de suplantación de identidad, el ransomware y el robo de datos confidenciales entran dentro de la ciberdelincuencia.

- Fraude hipotecario - Tergiversación de información en las solicitudes de préstamos hipotecarios para obtener aprobaciones o mejores condiciones para compradores no cualificados. Fue uno de los principales factores de la crisis financiera de 2008.

- Fraude sanitario - Médicos, hospitales o pacientes que falsifican facturas a medicare/medicaid o a aseguradoras privadas por tratamientos o servicios no prestados.

- Corrupción pública - Cuando los funcionarios públicos utilizan indebidamente sus cargos para obtener beneficios personales o políticos mediante soborno, extorsión, malversación, corrupción u otros abusos de poder.

Así pues, aunque las definiciones se amplían, en la actualidad la delincuencia de cuello blanco se refiere generalmente a delitos no violentos con fines de lucro cometidos por empresas, profesionales o funcionarios públicos. Los métodos pueden evolucionar con la tecnología y las prácticas empresariales, pero el ánimo de lucro permanece constante.

Impacto

Los delitos de cuello blanco tienen un impacto significativo en la sociedad y la economía. Aunque estos delitos no parezcan violentos a primera vista, pueden tener consecuencias devastadoras.

Uno de los principales efectos es el perjuicio financiero. Los delitos de cuello blanco como la malversación de fondos, el fraude en las inversiones y la evasión fiscal sustraen miles de millones a la economía cada año. Estos delitos suelen afectar a instituciones públicas y privadas, organizaciones sin ánimo de lucro, pequeñas empresas y ciudadanos de a pie. Las pérdidas monetarias reducen la financiación disponible para servicios públicos, infraestructuras y desarrollo económico. También socavan la confianza pública.

Los delitos de cuello blanco también pueden causar traumas psicológicos y emocionales. Las víctimas de fraudes de inversión o robos de identidad pueden perder los ahorros de toda una vida, la jubilación, la vivienda y la sensación de seguridad. Muchas sufren ansiedad, depresión e impactos en su salud. El daño se extiende a medida que se recortan empleos y servicios debido a las pérdidas financieras.

Hay costes sociales adicionales. Los delitos de cuello blanco a menudo pasan desapercibidos o quedan impunes debido a la falta de supervisión y de recursos para hacerlos cumplir. Esto erosiona la ética, envía el mensaje de que quienes tienen estatus y riqueza están por encima de la ley y facilita la comisión de más delitos. Los delitos económicos complejos también son difíciles de investigar y perseguir.

La reconstrucción tras una actividad delictiva de cuello blanco requiere mucho tiempo, esfuerzo y recursos. Los gobiernos deben reforzar los organismos reguladores, actualizar las normas y los procedimientos de información, y perseguir a la justicia. Las instituciones financieras deben reforzar los controles y la supervisión. Y las víctimas necesitan apoyo y restitución. El efecto dominó afecta a comunidades enteras.

En resumen, la delincuencia de cuello blanco afecta de manera significativa a particulares, empresas, gobiernos y al público en general. Sus formas modernas siguen evolucionando, aprovechando nuevas oportunidades y tecnologías. Una respuesta eficaz requiere esfuerzos coordinados de regulación, investigación, persecución y prevención en los sectores público y privado. Las repercusiones sociales y económicas hacen de la delincuencia de cuello blanco un problema grave que merece más atención y prioridad.

Conclusión

La delincuencia de cuello blanco sigue siendo un problema acuciante a pesar de los muchos decenios transcurridos desde que Edwin Sutherland la pusiera de relieve por primera vez. Aunque las definiciones han evolucionado con el tiempo, en su esencia la delincuencia de cuello blanco engloba delitos no violentos con motivación económica cometidos por miembros de las clases altas en el ejercicio de sus profesiones. 

Aunque los primeros ejemplos se centraban en los abusos cometidos en el ámbito empresarial, el término se ha ampliado para abarcar conductas indebidas en múltiples sectores y profesiones. El denominador común es el estatus y los privilegios de los autores, que les permiten a menudo eludir las consecuencias mediante lagunas jurídicas y penas leves.

A pesar de la oposición a la terminología basada en clases, la delincuencia de cuello blanco sigue siendo útil para distinguir los delitos de engaño y decepción de los delitos callejeros estereotipados que implican violencia directa.  Comprender las motivaciones y características de los delincuentes de cuello blanco puede ayudar a los reguladores a perfeccionar las leyes y la supervisión para atrapar y castigar mejor esta categoría oculta de delitos.

Los esfuerzos de Sutherland por sacar a la luz la delincuencia de cuello blanco siguen siendo relevantes hoy en día. Mientras persistan la avaricia y la prevaricación empresarial, académicos, periodistas y autoridades deben seguir arrojando luz sobre los abusos de poder de miembros respetados de la sociedad. Aunque ninguna clase social es inmune a las tendencias delictivas, el estatus privilegiado de los delincuentes de cuello blanco permite conductas indebidas a una escala a menudo mayor que la de la delincuencia común. Llevar tales actividades ante la justicia es clave para tener una sociedad ética construida sobre la equidad y la integridad.

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