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La cuestión de si los delincuentes nacen o se hacen es un debate permanente. Si preguntáramos a un grupo de criminólogos, probablemente nos dirían que es una combinación de ambas cosas. Sin embargo, la mayoría de la gente que piensa en esta cuestión asumirá rápidamente que los delincuentes nacen con una tendencia inherente al comportamiento delictivo. En otras palabras, si naces malo, no importa qué tipo de entorno o educación tengas porque, de todos modos, nadie puede hacer nada al respecto. Pero, según los expertos en criminología y psicología, esto no es así, ¡al menos no del todo! A continuación analizaremos algunos factores biológicos que contribuyen a la delincuencia, así como factores sociales como los antecedentes familiares y el entorno (incluidos los traumas):
Aunque puede haber algunos factores biológicos subyacentes que influyan en el comportamiento delictivo, la realidad es que la mayoría de los delincuentes no nacen así. En cambio, sus acciones suelen estar influidas por factores sociales y ambientales. Por ejemplo, si un niño crece en un mal barrio y tiene pocas oportunidades de educación o trabajo, puede recurrir a la delincuencia como una forma fácil de ganar dinero. En cambio, si crece en un entorno en el que todo el mundo se esfuerza por no meterse en líos y salir adelante en la vida mediante el trabajo duro y la educación, en lugar de la violencia y la delincuencia, es menos probable que se convierta en delincuente.
Es importante recordar que, aunque la biología es un factor que determina el comportamiento, no es el único. De hecho, la mayoría de los psicólogos estarían de acuerdo en que hay más factores sociales que influyen en el comportamiento que biológicos.
Es posible que haya oído hablar antes de "naturaleza frente a crianza": el debate sobre si alguien nace con ciertos rasgos o si esos rasgos se desarrollan a través de la experiencia y la orientación de los demás. Algunos filósofos y científicos creen que nacemos como pizarras en blanco en las que todo depende de cómo nos eduquen; otros creen que nuestros genes nos preparan para triunfar o fracasar en función de su interacción con nuestro entorno.
En Estados Unidos, la mayoría de los niños tienen un buen comienzo con la educación. Una buena educación es importante para tener éxito en la vida.
Los niños que no tienen un buen comienzo en la escuela tienen más probabilidades de convertirse en delincuentes cuando sean adultos.
Quizá le sorprenda saber que la mayoría de los delincuentes no han tenido un mal comienzo en la vida. De hecho, la mayoría de los delincuentes han tenido oportunidades similares a las de otras personas y han contado con las mismas posibilidades de éxito. Pero algunos no tienen un buen comienzo en la educación o no consiguen trabajo porque no saben dónde buscarlo. Otros no tienen acceso a una atención sanitaria de calidad o a una vivienda asequible, lo que puede dificultar que lleguen a fin de mes por sus propios medios.
Algunos niños ni siquiera saben lo que es la familia porque crecieron sin sus padres cerca debido a la muerte, el divorcio o el encarcelamiento. Algunos niños sufren traumas a causa de cuidadores negligentes que nunca fueron capaces de crear vínculos afectivos con ellos, mientras que otros sufrieron abusos físicos y sexuales por parte de esos mismos cuidadores. Muchas personas también acaban alejándose de la sociedad tras ser abandonadas por alguien cercano, ya sea un familiar directo, como un padre o un hermano mayor, o un familiar lejano, como un tío o una tía que les haya cuidado cuando nadie más lo hacía.
Es cierto que los padres tienen un gran impacto en sus hijos. Los antecedentes familiares de delincuencia pueden desempeñar un papel importante en la formación del comportamiento de un niño. Algunos padres pueden ser más propensos a descuidar o maltratar a sus hijos, lo que puede conducir a un comportamiento delictivo más adelante en la vida. Otros factores, como el abuso de drogas por parte de los padres y la pobreza, también pueden influir en el comportamiento de los niños cuando son adultos.
El entorno en el que creces también es importante. Si tus padres no estaban casados, tienes más probabilidades de ser pobre y tener antecedentes penales que los que proceden de hogares biparentales. Sin embargo, tu composición genética puede influir en el modo en que tu entorno modela tu comportamiento.
Si tienes varios hermanos, es posible que algunos tengan mejores oportunidades educativas que otros. Los hermanos que reciben más educación pueden tener mejores resultados por término medio porque son más inteligentes o están más motivados que sus hermanos y hermanas con menos estudios, pero hay pruebas de que incluso cuando las personas inteligentes y motivadas crecen en familias con recursos limitados, pueden tener éxito si sus padres u otros cuidadores (como los profesores) les dan oportunidades. Esto sugiere que los niños con genes similares pueden comportarse de forma diferente según el entorno en el que crezcan.
Probablemente haya oído alguna vez el término "trauma", pero ¿qué significa? Trauma es un término general que se utiliza para describir un acontecimiento que fue tan impactante, chocante o traumático que tiene efectos duraderos en la persona que lo experimentó. Algunos ejemplos de trauma son:
Los acontecimientos traumáticos en la infancia pueden contribuir a problemas de conducta posteriores. Cuanto más violento o traumático sea el suceso y cuanto antes se produzca, mayor será la probabilidad de un comportamiento antisocial posterior. Los traumas pueden deberse al maltrato por parte de los cuidadores, como el abuso físico o sexual, o a presenciar actos violentos en el hogar. Un niño también puede quedar traumatizado por un accidente que provoque la pérdida de uno o ambos progenitores (u otros adultos importantes), el abandono por parte de un progenitor u otro cuidador, la participación en bandas, la falta de hogar y vivir en la calle durante largos periodos de tiempo -todo ello frecuente entre los delincuentes juveniles- o incluso por desastres naturales como huracanes e inundaciones.
Se ha demostrado que la exposición al estrés crónico durante la infancia afecta a la estructura y el funcionamiento del cerebro; en concreto, afecta a las áreas implicadas en el autocontrol y la regulación emocional (por ejemplo, la amígdala). Los cambios en estas áreas pueden causar un aumento del comportamiento agresivo hacia los demás debido a un menor control de los impulsos en comparación con aquellos que no han experimentado este tipo de acontecimientos a una edad tan temprana.
Si queremos entender por qué se produce la delincuencia y evitar que la gente se convierta en delincuente, necesitamos comprender bien sus causas. También tenemos que ver quiénes son los más propensos a verse afectados por estos factores y cómo podemos ayudarles.
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