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Más listos que la ley: ¿Conocen realmente los criminales el código penal? Un análisis sobre el saber legal de los delincuentes

Blog CCI
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Introducción

¿Conocen realmente los delincuentes el Derecho penal? Esta pregunta ha desconcertado tanto al público como a los expertos. Por un lado, parece intuitivo que quienes infringen la ley con regularidad se esfuercen por comprender las consecuencias jurídicas de sus actos. Sin embargo, la investigación ofrece una imagen más matizada.

Aunque algunos delincuentes poseen un conocimiento avanzado de las leyes penales y de las directrices para la imposición de penas, esto no es universalmente cierto. De hecho, muchos delincuentes sólo tienen un conocimiento básico de la ley y actúan impulsivamente sin tener en cuenta los posibles castigos. Sus infracciones se deben más a la oportunidad, la desesperación o la compulsión que a una planificación meticulosa. 

Al mismo tiempo, el propio sistema judicial incorpora suposiciones sobre los conocimientos del delincuente que repercuten en las decisiones de acusación y en la imposición de penas. La imagen recurrente del reincidente avispado que aprovecha las lagunas legales para eludir el castigo configura las políticas y la opinión pública. Pero a menudo contrasta con la realidad de los acusados con escasos recursos que se enfrentan a procedimientos complejos sin abogado.

Examinar lo que los delincuentes saben y lo que no saben sobre la ley permite comprender mejor el comportamiento delictivo y la equidad del proceso judicial. Esta exploración analizará la investigación, sopesará las percepciones contrapuestas y evaluará cómo el conocimiento jurídico se cruza con la criminalidad de maneras que invitan a la reflexión. Comprender estas dinámicas sirve mejor a los objetivos de seguridad pública, castigo proporcional y rehabilitación.

Conocimientos básicos 

La mayoría de los delincuentes tienen un conocimiento básico de las leyes que prohíben las actividades ilegales que realizan. Sin embargo, su comprensión de la ley tiende a limitarse a los delitos específicos que cometen habitualmente. Por ejemplo, un traficante de drogas puede conocer las penas por posesión y distribución de sustancias ilegales, pero tiene escasos conocimientos de las leyes fuera de su área de especialización delictiva.

En cambio, el público en general a menudo sólo tiene una vaga conciencia de lo que constituye un delito, basándose en las representaciones de los medios de comunicación y en las nociones de sentido común sobre lo que está bien y lo que está mal. El típico ciudadano respetuoso de la ley no necesita conocer a fondo los intrincados detalles y lagunas del código penal. 

Los delincuentes, en cambio, se toman su tiempo para entender la letra de la ley y cómo aprovecharla en su propio beneficio. Su sustento depende de saber lo que pueden "hacer" sin ser procesados. Esto dota a los delincuentes de conocimientos jurídicos especializados sobre la planificación y ejecución de sus actividades ilícitas. Sin embargo, los conocimientos de la mayoría de los delincuentes siguen siendo limitados y se centran en su propio nicho dentro del submundo delictivo. Muy pocos intentan convertirse en expertos en jurisprudencia penal como lo son los abogados.

Uso intencionado

Algunos delincuentes utilizan intencionadamente su conocimiento de la ley para evitar ser capturados o castigados por sus delitos. Por ejemplo, los delincuentes pueden destruir u ocultar pruebas para dificultar que la policía construya un caso contra ellos. También pueden evitar cuidadosamente ciertos comportamientos incriminatorios que saben que podrían conducir a la detención o condena, basándose en su conocimiento de los estatutos penales. 

Otras formas en que los delincuentes pueden tratar de utilizar sus conocimientos jurídicos en su beneficio incluyen negarse a hablar con la policía y pedir un abogado cuando son interrogados, para no autoinculparse accidentalmente. Los delincuentes también pueden utilizar el conocimiento de las directrices de sentencia para negociar cargos menores. Además, si están en libertad bajo fianza, los delincuentes pueden aprovechar su conocimiento de las infracciones técnicas que podrían revocar la fianza y conducir al encarcelamiento preventivo.

En general, hay muchas formas en que una mente criminal puede utilizar un conocimiento intrincado de la ley y del sistema judicial para tratar de evitar enfrentarse a las consecuencias. Esto demuestra que, aunque la ignorancia de la ley no es excusa, el conocimiento de sus entresijos puede ayudar potencialmente a alguien a vivir fuera de los límites de la ley.

Uso no intencionado

Muchos delincuentes se benefician de tecnicismos y lagunas legales sin darse cuenta. Sin saberlo, pueden llevar a cabo acciones que no pueden ser perseguidas según una lectura estricta de la ley. Por ejemplo, un delincuente puede confesar un delito sin que se le hayan leído antes sus derechos. Aunque la confesión sea veraz, no puede utilizarse como prueba ante un tribunal. 

La policía y los fiscales también cometen a veces errores en una investigación o juicio que permiten que los delincuentes culpables queden libres. Pueden recoger pruebas indebidamente, incumplir un plazo de presentación o permitir que se elija a jurados parciales. El culpable queda entonces en libertad por un tecnicismo, a pesar de la intención y los esfuerzos de las fuerzas del orden.

Casos de gran repercusión, como el de OJ Simpson, han llamado la atención sobre el modo en que nuestro sistema judicial permite a veces que los culpables eviten el castigo adecuado debido a deslices involuntarios en el procedimiento. Sin embargo, la protección de los acusados existe por una buena razón. Es un equilibrio difícil de alcanzar.

Impacto en el sistema judicial

El conocimiento de la ley por parte de los delincuentes y su repercusión en el sistema judicial tienen dos caras. Por un lado, un conocimiento profundo de los estatutos y procedimientos legales puede permitir a los delincuentes tratar de explotar tecnicismos o encontrar lagunas para evitar la condena. Pueden saber qué pruebas son inadmisibles o cuándo un agente no les leyó todos sus derechos, y utilizarlo para intentar que se desestimen los cargos. 

Sin embargo, también existe el argumento de que el hecho de que los delincuentes conozcan la ley ayuda a equilibrar la balanza y a garantizar un trato justo. El sistema judicial puede ser complejo, y muchos acusados pueden no entender completamente los cargos contra ellos o sus derechos a menos que tengan algún conocimiento legal. Cuando tanto la acusación como la defensa conocen bien la ley, se crea una mayor igualdad de condiciones y se reducen las posibilidades de confesiones falsas o de desestimación de defensas legítimas. 

En general, los conocimientos de los delincuentes tienen pros y contras cuando se trata del sistema judicial. Es un arma de doble filo: puede ayudarles a evitar el castigo merecido en algunos casos, pero también les protege contra posibles abusos o extralimitaciones de las autoridades. Más transparencia y educación en torno a la ley para todos podría ayudar a maximizar la equidad y la justicia.

Esfuerzos de reforma

Ha habido varias propuestas para reformar las leyes penales y evitar la explotación de los vacíos legales. Algunos sostienen que las leyes deberían simplificarse para que no sea tan fácil aprovecharse de ellas mediante tecnicismos. Sin embargo, hay que velar por que se sigan protegiendo los derechos y las libertades. 

Muchos abogan por codificar las leyes penales con mayor claridad y acabar con las ambigüedades de las que pueden aprovecharse los delincuentes. Esto implica analizar detenidamente las leyes actuales para identificar y subsanar incoherencias, omisiones y vaguedades. Algunos señalan el éxito de los países que tienen códigos penales claros y codificados frente al complejo sistema del common law.

La reforma de los procedimientos penales es otro enfoque, como la modificación de las normas sobre pruebas que permiten la exclusión de hechos relevantes. Pero esto debe equilibrar derechos como el debido proceso. Algunos países prohíben la exclusión de pruebas, independientemente de cómo se hayan obtenido, a menos que no sean fiables.

También se está debatiendo la limitación de los acuerdos de culpabilidad en delitos graves, que algunos aprovechan para reducir las penas. Sin embargo, prohibirlos por completo podría desbordar la capacidad de los tribunales. Las directrices opcionales para la imposición de penas podrían hacerlas más coherentes y proporcionadas.

En general, el debate sobre la reforma pretende evitar el uso indebido de las leyes penales y, al mismo tiempo, defender la justicia y la equidad. Esto requiere un enfoque matizado y basado en pruebas para mejorar la legislación y los procedimientos sin extralimitarse. Con cuidado, la reforma puede acabar con los abusos sin comprometer los derechos.

Percepción pública

Muchas personas creen que los delincuentes tienen un amplio conocimiento del sistema de justicia penal y lo utilizan para evitar el castigo por sus delitos. Esta percepción se basa en varios factores:

- Casos destacados en los que los delincuentes parecen "librarse por tecnicismos" debido a errores de procedimiento o lagunas jurídicas. Esto crea la impresión de que manipulan el sistema.

- Representaciones ficticias en películas, programas de televisión y libros de delincuentes astutos que planean cuidadosamente los delitos basándose en sus conocimientos jurídicos. 

- Suposición de que los delincuentes profesionales han aprendido a manejar el sistema a través de repetidos contactos con la policía, los abogados y los tribunales.

- Falta de comprensión de la complejidad del derecho penal. Muchos entresijos jurídicos son contraintuitivos y oscuros para el público en general.

Sin embargo, la realidad es más matizada. La mayoría de los delincuentes sólo tienen un conocimiento básico o parcial del derecho penal. Los conocimientos específicos tienden a concentrarse en áreas relevantes para sus delitos típicos. Por ejemplo, los ladrones pueden conocer muy bien las leyes sobre allanamiento de morada, pero poco sobre las directrices de imposición de penas por delitos violentos. 

En general, la percepción de que muchos delincuentes tienen conocimientos jurídicos enciclopédicos es exagerada. La mayoría sabe lo justo para reconocer las oportunidades de eludir la captura inmediata o el castigo en el momento. Pero un amplio conocimiento del sistema judicial en todos los ámbitos del derecho penal es poco frecuente, incluso entre los delincuentes profesionales.

Representación de la cultura pop

La representación que hace la cultura pop de los delincuentes astutos suele exagerar sus conocimientos jurídicos en comparación con la realidad. Muchas películas y series de televisión presentan a astutos infractores de la ley que parecen conocer los entresijos del derecho penal y lo utilizan en su beneficio. 

Ejemplos ficticios son el personaje de Saul Goodman en Breaking Bad y Better Call Saul. Como abogado penalista, Goodman ayuda al capo de la droga Walter White a aprovechar las lagunas legales y encontrar formas de evitar ser procesado. Su profundo conocimiento de la ley roza lo irreal. 

Otras series, como Suits, presentan a abogados superdotados que recuerdan con facilidad detalles y precedentes jurisprudenciales oscuros. En la sala de juicios, hacen círculos retóricos alrededor de sus oponentes. 

Aunque algunos delincuentes alcanzan profundos conocimientos jurídicos, las películas y las series tienden a idealizar esta imagen. La mayoría de los infractores de la ley tienen, como mucho, conocimientos básicos de lego. Sus conocimientos proceden de la experiencia personal, no de la formación jurídica. Las series exageran sus capacidades para conseguir un efecto dramático.

En el mundo real, no es habitual que los delincuentes tengan amplios conocimientos jurídicos. Las caricaturas de la cultura pop, como Saul Goodman, son un entretenimiento televisivo, pero no reflejan la realidad en la mayoría de los casos.

Análisis de expertos

La relación entre el conocimiento de la ley por parte de un delincuente y su delincuencia real es compleja y llena de matices. Aunque pueda parecer intuitivo que un mayor conocimiento podría ayudar a alguien a "eludir" la ley, los expertos jurídicos subrayan la importancia del contexto.  

Ciertos tipos de delitos financieros o de cuello blanco pueden entrañar complejidades que permitan a personas con conocimientos jurídicos especializados aprovechar lagunas o tecnicismos. Sin embargo, la mayoría de los expertos coinciden en que esto no es lo habitual en los delitos callejeros comunes o los delitos violentos. Conocer la ley no hace a alguien intrínsecamente más capaz de cometer agresiones, robos o asesinatos. 

El criminólogo James Wilson explica que, aunque el conocimiento de las penas puede disuadir a algunos, los que intentan delinquir suelen estar bajo coacción o presentan tendencias antisociales que disminuyen la influencia de la ley. La profesora de Derecho de Columbia Susan Phillips añade que los perfiles psicológicos de los delincuentes violentos muestran falta de control de los impulsos, no previsión estratégica.  

Sin embargo, el abogado de oficio John Albrecht señala que los conocimientos especializados pueden ayudar a los delincuentes a ocultar actividades ilegales. La comprensión de las prácticas policiales percibidas puede informar estrategias "más inteligentes". Por ejemplo, arrojar el arma homicida a un río en lugar de esconderla en el lugar. O encriptar las comunicaciones para evitar la vigilancia digital. 

Sin embargo, es un error pensar que los amplios conocimientos jurídicos hacen "intocables" a la mayoría de los delincuentes. El sistema judicial evolucionó junto con las adaptaciones delictivas. Y las fuerzas del orden disponen de recursos para contrarrestar la mayoría de los intentos de ocultación o elusión. 

En última instancia, según los juristas, la relación entre el conocimiento jurídico y el aumento de la delincuencia depende del estado mental y las motivaciones del individuo. Una educación adecuada sobre las leyes debería reforzar la moralidad, no socavarla. Comprender el sistema judicial es, por lo general, una cualidad positiva, no intrínsecamente negativa.

Conclusión

En resumen, aunque el grado de conocimiento del derecho penal por parte de los delincuentes varía, destacan varios puntos clave:

- Algunos delincuentes hacen un esfuerzo intencionado por aprender la ley, especialmente los reincidentes que buscan aprovechar las lagunas legales y minimizar las penas. Esto representa una minoría, pero plantea retos para el sistema judicial. 

- Lo más frecuente es que los delincuentes adquieran un conocimiento básico o erróneo de la ley a través de la experiencia personal, los medios de comunicación, los mitos y el boca a boca. Pueden conocer ciertos aspectos, como las penas por delitos graves, pero carecen de conocimientos completos.

- Un conocimiento parcial puede llevar a los delincuentes a emitir juicios jurídicos erróneos. Algunos subestiman las sentencias o sobrestiman sus derechos. Otros intentan tácticas legales de aficionado que resultan contraproducentes en los tribunales.

- Se están llevando a cabo reformas para simplificar las leyes y los procesos legales con el fin de aumentar la comprensión del público. Pero la ley siempre contendrá complejidades que escapan al conocimiento común.

- En general, el sistema de justicia penal pretende aplicar la ley de forma coherente y justa, independientemente de los conocimientos jurídicos de los delincuentes. La ley ofrece controles contra los intentos de manipularla o aplicarla incorrectamente.

La conclusión es que, aunque los malentendidos jurídicos entre los delincuentes son frecuentes, el sistema de justicia cuenta con salvaguardias para garantizar un proceso justo y resultados equitativos basados en los hechos. Para la sociedad, sigue siendo importante un conocimiento cívico básico de la ley.

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