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El enfoque funcionalista se desarrolló como forma de analizar los fenómenos sociales y culturales. Los antropólogos utilizan el enfoque funcionalista para estudiar las sociedades y culturas observando su funcionamiento como un todo. Los funcionalistas creen que la sociedad está formada por diferentes partes que funcionan como los órganos de un cuerpo. También se centran en averiguar las necesidades básicas que debe satisfacer cada parte de la sociedad. Los funcionalistas creen que cuando una parte de la sociedad no funciona correctamente, repercute en las demás partes. También creen que el cambio social suele producirse porque partes importantes de la sociedad no satisfacen las necesidades que deberían satisfacer.
El funcionalismo es un marco teórico utilizado en antropología y otras ciencias sociales para describir cómo las partes de las sociedades y las culturas interactúan entre sí, así como la forma en que se conectan. Se centra en comprender cómo las personas de una sociedad colaboran para satisfacer sus necesidades o alcanzar algún objetivo que beneficie a todos los miembros de la sociedad.
El funcionalismo fue desarrollado por Emile Durkheim, que publicó sus ideas sobre la teoría sociológica a finales del siglo XIX. Posteriormente, otros antropólogos como Malinowski y Radcliffe-Brown ampliaron el enfoque funcionalista, antes de ser perfeccionado por funcionalistas estructurales como Talcott Parsons y Robert Merton.
El enfoque funcionalista es una forma de ver la sociedad en su conjunto. Se centra no sólo en lo que necesitan las personas, sino también en cómo satisfacen sus necesidades. El enfoque funcionalista no se limita a observar cómo funcionan las sociedades, sino también cómo cambian.
Los antropólogos utilizan el enfoque funcionalista para estudiar las sociedades y las culturas observando su funcionamiento como un todo.
El funcionalismo es una forma de entender cómo las distintas partes de las sociedades y culturas trabajan juntas para satisfacer las necesidades humanas. Los funcionalistas creen que la sociedad está formada por diferentes partes que funcionan como los órganos de un cuerpo. Estas partes incluyen a los individuos, las familias, las escuelas, los lugares de trabajo, etcétera. Cada parte contribuye al bienestar de toda la sociedad porque ayuda a otras partes a hacer su trabajo mejor o más eficazmente. Por ejemplo, si padece una enfermedad que afecta a su capacidad laboral, esto afectará a otras áreas de su vida, como las relaciones familiares y las necesidades de salud mental, así como a su economía.
El funcionalismo se centra en cómo interactúan entre sí las distintas partes de la sociedad. La perspectiva funcionalista es que una sociedad en su conjunto funciona bien cuando es capaz de satisfacer sus necesidades básicas, como la alimentación, el vestido y la vivienda. Si una parte de la sociedad deja de funcionar correctamente, esto puede causar problemas al resto de la sociedad. Por ejemplo, si no hay suficientes puestos de trabajo en una economía o se recortan demasiado los servicios sociales, la gente no podrá vivir sin la ayuda de los demás. Los funcionalistas creen que las sociedades tienen que encontrar formas de resolver este tipo de problemas para que puedan seguir funcionando correctamente.
Los funcionalistas también analizan cómo interactúan entre sí las distintas partes de la sociedad y cómo se conectan para formar el todo. Ven la sociedad como una serie de partes interrelacionadas que trabajan juntas para satisfacer las necesidades de las personas de una cultura determinada. El enfoque funcionalista parte de la base de que todas las sociedades, independientemente de su contexto histórico o sus diferencias culturales, tendrán algunas características en común: todas tienen divisiones entre hombres y mujeres; todas tienen clases sociales; todas tienen instituciones como la familia, la educación, la religión y la economía; y todas las sociedades tienen algún tipo de sistema político (aunque sólo sea informal) que permite a personas de distintos grupos trabajar juntas para resolver problemas.
El funcionalismo es una teoría de la sociedad que describe cómo las distintas partes de la sociedad, como el gobierno y la religión, contribuyen a la estabilidad y el equilibrio de la sociedad.
El enfoque funcionalista cree que cuando una parte de la sociedad no funciona correctamente, repercute en las demás. Por ejemplo, si tu coche se avería en un viaje por carretera que estás haciendo con tus amigos y tus padres, todos tienen que esperar hasta que alguien lo arregle o encontrar otro camino a casa. Esto provoca un desequilibrio en el sistema, ya que se supone que todos deberían volver a casa al mismo tiempo y ahora no pueden porque tu coche se ha averiado.
Para que cualquier sistema (incluidas las sociedades) funcione correctamente, cada componente debe ser estable y tener su propio equilibrio:
La segunda forma en que los funcionalistas creen que se produce el cambio social es a través de la alteración de las estructuras sociales existentes. El cambio social puede producirse cuando partes de la sociedad no satisfacen sus necesidades o cuando no funcionan correctamente. Esto se debe a que habrá un conflicto entre la estructura y sus miembros, lo que hará que intenten cambiarla para que ambas partes puedan estar contentas con el resultado.
El funcionalismo antropológico ha sido criticado por centrarse demasiado en lo que necesitan las sociedades y no en lo que realmente hacen las personas en ellas. El funcionalismo es una forma de entender cómo las distintas partes de las sociedades y culturas trabajan juntas para satisfacer las necesidades humanas.
Los funcionalistas sostienen que todos los aspectos de la cultura, incluidas las creencias y costumbres, han evolucionado como adaptaciones eficientes a las condiciones en las que se desarrollaron. Por ejemplo, la creencia de que el agua provoca enfermedades puede haberse desarrollado porque era bueno para la supervivencia de la comunidad que todos evitaran beber de fuentes de agua contaminadas (garantizando así la supervivencia).
El funcionalismo, una forma de entender cómo las diferentes partes de las sociedades y culturas trabajan juntas para satisfacer las necesidades humanas, existe desde hace mucho tiempo. Fue desarrollado por primera vez por el sociólogo inglés Herbert Spencer en el siglo XIX. Sin embargo, no fue hasta 1930 cuando el antropólogo estadounidense Robert Redfield utilizó el término "funcionalismo" para describir esta forma de pensar sobre la cultura.
Hoy en día, el funcionalismo sigue utilizándose como herramienta analítica en antropología cultural. De hecho, se utiliza habitualmente en la investigación sobre las organizaciones y sus miembros (por ejemplo, las familias). El análisis funcionalista nos ayuda a comprender mejor cómo contribuyen todos los miembros a cualquier estructura u organización social y por qué cada individuo hace lo que hace en esos entornos.
El funcionalismo es una forma útil de entender el funcionamiento de las sociedades y las culturas. Ayuda a comprender cómo funcionan, cuáles son sus objetivos y cómo se relacionan entre sí. Sin embargo, también se le puede criticar por centrarse demasiado en lo que las sociedades necesitan y no en lo que la gente hace realmente en ellas.
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