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La mecánica cuántica es la rama de la física que explica cómo se comporta la materia a nivel atómico y subatómico. Es una ciencia compleja, pero también la que nos ha proporcionado muchas aplicaciones prácticas, como los transistores y los láseres. En 1927, Niels Bohr (1885-1962) desarrolló lo que hoy llamamos la interpretación de Copenhague -una de las varias explicaciones que compiten por la mecánica cuántica- para explicar cómo se comportan los átomos cuando se exponen a radiaciones u otras formas de energía. Hoy en día, los físicos siguen debatiendo si la interpretación de Copenhague es una explicación correcta de la física cuántica o si existe alguna otra. En cualquier caso, esta interpretación es una parte importante de nuestra comprensión de las partículas subatómicas y de su comportamiento cuando interactúan entre sí.
Según la interpretación de Copenhague, un objeto cuántico no tiene un estado objetivo hasta que se mide, y que el acto de medir un objeto afecta a su propia posición.
En otras palabras, según esta teoría, no existe una partícula que esté en dos lugares a la vez; en lugar de existir como una entidad definida con una ubicación específica en el espacio y el tiempo hasta que se observa o mide, las partículas existen en todos los estados posibles a la vez (una superposición). Cuando se observan o miden, "colapsan" en un estado definido de entre sus muchos estados posibles.
La complementariedad es un concepto de la física, pero es especialmente relevante para la interpretación de Copenhague. La interpretación de Copenhague de la mecánica cuántica afirma que dos conceptos opuestos pueden ser ciertos al mismo tiempo.
Es similar a la idea de complementariedad, que propusieron Niels Bohr y Werner Heisenberg para explicar ciertos aspectos de la mecánica cuántica. Dijeron que la luz tiene propiedades tanto ondulatorias como de partícula (como ya sabes), pero también que estas propiedades no pueden coexistir al mismo tiempo; son mutuamente excluyentes: sólo puedes tener una u otra, no las dos juntas. Las ideas complementarias son aquellas que parecen contradecirse, pero que en realidad describen diferentes aspectos de la realidad de formas distintas: el mejor ejemplo son los comportamientos ondulatorio y particulatorio de la luz. Así que se puede decir que la luz se comporta como ondas o como partículas; no hay forma de que ambas cosas sean ciertas a la vez (a menos que la pantalla de tu ordenador haga algo raro).
En relación con la física, esto significa que la luz puede explicarse como partícula y como onda, aunque son cosas fundamentalmente distintas. El comportamiento de la luz viene determinado por el tipo de experimento que se realice. En un caso, podría parecer que la luz es una onda; en otro, podría observarse como si estuviera compuesta de partículas.
Por ejemplo: Si proyecta luz blanca a través de dos rendijas sobre una pantalla (que mide la intensidad y la posición de cada fotón), observará que cada fotón pasa a través de una u otra rendija: no pasa por las dos a la vez ni recorre los bordes de ambas rendijas antes de chocar de nuevo con el detector al salir (interferencia de dos rendijas). Sin embargo, si se utilizan láseres rojos...
La interpretación de Copenhague es una explicación teórica de la física cuántica. Fue desarrollada en la década de 1920 por el físico danés Niels Bohr y el físico de origen alemán Werner Heisenberg, que se inspiraron en trabajos anteriores sobre la estructura atómica pero llegaron a conclusiones radicalmente distintas sobre lo que significaba para la física en su conjunto.
Bohr y Heisenberg sostenían que la mecánica cuántica sólo describe la naturaleza tal y como se observa, no cómo funciona realmente. Afirmaron que el mundo subatómico no puede describirse utilizando conceptos clásicos como causa y efecto; en su lugar, propusieron que los átomos no observados existen en una "superposición" de estados (por ejemplo, pueden girar en el sentido de las agujas del reloj o en sentido contrario). Cuando un observador mide un aspecto de un átomo, éste se ve obligado a decidir en qué estado se encuentra. El resultado: incertidumbre sobre lo que ocurre en el interior del átomo hasta que alguien lo observa.
Te sorprendería saber que la materia se comporta de forma diferente según el tipo de experimento que se haga con ella. Por ejemplo, cuando un niño aprieta la plastilina con las dos manos hasta formar una bola sólida, no puede separarla al mismo tiempo con los dedos; si quiere cambiar su forma, tiene que aplastarla hasta convertirla en otra cosa. Esto se debe a que la materia se comporta de forma diferente según el tipo de experimento que se haga con ella. Este comportamiento puede explicarse utilizando la teoría cuántica y la mecánica estadística, que nos dan una idea de cómo funcionan los sistemas en su forma más básica (o "estado básico") sin especificar ningún detalle sobre las causas de este comportamiento o lo que ocurre entre esos estados.
La interpretación de Copenhague es una explicación teórica de la física cuántica desarrollada en la década de 1920 por los físicos daneses Niels Bohr y Werner Heisenberg, entre otros, así como por Max Born, que ganó el premio Nobel por otros trabajos relacionados pero que intentan comprender cómo se comportan los átomos en su nivel más básico sin especificar detalles como si tienen electrones orbitando alrededor de ellos como planetas alrededor de estrellas o no.
La física cuántica es una ciencia bien establecida, pero sus implicaciones siguen siendo a menudo objeto de debate entre los físicos.
Aunque muchos físicos no están de acuerdo con la interpretación de Copenhague, cabe señalar que no es la única interpretación de la física cuántica. Además de la interpretación de Copenhague, existen otras interpretaciones:
La interpretación de Copenhague de la física cuántica es la teoría más aceptada para explicar cómo se comportan los átomos y las moléculas en el mundo que nos rodea. También es una de las teorías más controvertidas porque no explica lo que ocurre realmente cuando se realiza un experimento con un objeto cuántico, sino sólo por qué vemos ciertos resultados cuando realizamos experimentos con estos objetos. Esto significa que podría haber otras explicaciones para lo que observamos al medir objetos y fenómenos cuánticos; sin embargo, cualquier otra explicación tendría que ser también coherente con la teoría cuántica.
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